CUENTO
Por
Catalina Chiriboga
Parada y en equilibrio sobre el delgado cerramiento color albero, porque a ella era la única a quien se lo permitían, estaba Estrella, mirando hacia la calle. Los hombres vestidos de blanco o enfermeros como algunos les decían, prácticamente no la tomaban en cuenta, era una “loca pacífica”.
Estrella miraba atentamente lo que ocurría en ese mundo exterior, al que ya no tenía acceso, cuando alcanzó a ver al joven más cautivador que haya visto en su vida, pero él estaba en apuros, mientras intentaba cambiar la llanta de su viejo automóvil, las cuatro tuercas del gastado y desinflado tubo rodaban a través de la rejilla del sifón en el asfalto.
- ¡Pobrecito!.¿Saliste de paseillo y se te cayeron los tornillos? Le dijo Estrella irónicamente.
- ¡Calla loca, déjame pensar cómo saco las tuercas de ahí!. Contestó Guelín molesto, sin ni siquiera regresar a ver con quien hablaba, mientras trataba de divisar algo en la oscura y repugnante alcantarilla.
-Saca una tuerca a cada una de las tres llantas infladas y úsalas en la que estás cambiando, dijo Estrella astutamente.
Ante la ágil y recursiva respuesta él alzó a ver sorpendido y se percató de la joven; su espigada y mágica figura lo deslumbró. Todavía procesaba la genial idea, cuando las palabras salieron de su boca:
-¡Brillante!.¿Y tú qué haces en ese hospicio?
-¡Estoy aquí por loca, no por bruta!
-Gracias por lo que me toca... ¡Ah! ¿Tú eres la famosa loca, “la torera”?
-¡Ya quisiera yo ser torera, lo que soy es aficionada!
Guelín como le conocían todos, pensó que esa jóven tenía un encanto especial, ese que embruja, que hechiza, que atrae, que de tan loca dice lo que cree, de tan esquizofrénica cree lo que siente y de tan delirante siente lo que quiere. Su autoestima no le permitía quedarse callado y en un intento de desplante, abrió su bocota para replicar, sin saber con quien se enfrentaba en el arte del verbo:
-¡Bueno…aficionada, torera, taurina…da lo mismo!. ¿Finalmente eres de esas que se creen españoletas de alta sociedad, solo porque eres blanca y de ojos verdes?
-¿Yo blanca?...Parece que el loco eres tú… o qué no has oído del mestizaje cultural. Yo nací un 6 de diciembre en Quito, en pleno pupo de América, hablo castellano, mi apellido dicen que tiene origen vasco, pero a mi entre Chiriboga, Chiliuisa o Chicaiza todo me suena mas o menos igual y aunque soy católica adoro el sol….Además, por si no te lo han dicho el color de la piel no tiene nada que ver, tu dices que soy blanca, debe ser por pasarme aquí encerrada bajo la sombra, pero me pongo negra cuando me quemo en el tendido, me puse verde del susto cuando vi una cornada que recibió José Tomás, estuve amarilla cuando me contagié de hepatitis por hacer pipi en un baño público y me puedo poner roja si pienso que me besas!...!Ah! y además ni siquiera me llamo Blanca, me llamo Estrella, como la del Conde.
-¡Ves!. Hablas de mestizaje y ya comienzas con aristocracias y condes.
-¡Uyy Dios!. Me va a tocar evangelizarte en el tema taurino si quieres casarte conmigo.
Extrañado Guelín frunció el seño y levantó una ceja para replicar:
-¡Jamás he dicho que quiero casarme contigo!
-Sí, pero recuerda que soy esquizofrénica, yo escucho tu voz interior, ¡y no me haré rogar si lo que quieres es mi mano!.
Guelín le siguió la corriente y usando lo única frase taurina que medio sabía le dijo:
-Quiero mano, oreja, pata y ra…todo lo demás. Pon día y fecha, escoge al cura que nos case, pero antes cuéntame…. ¿De verdad estás de acuerdo en que el toro de lidia sea abatido?
-¡El toro de lidia es para ser “ li-dia-do”, así con tres sílabas como los tres tercios, para eso fue creado y criado, además el toro no es abatido, el toro es combatido, por eso el hombre lo puede enfrentar!
Para este momento Estrella ya estaba sentada en el muro y sus piernas colgaban hacia afuera, pero al ser la joven mas confiable del centro de reposo, el detalle pasó indavertido para los tolerantes y permisivos enfermeros.
Estrella se perdió en sus pensamientos y de pronto señaló una nube en el cielo y dijo:
-¡Mira ahí va un corniveleto, astifino, jabonero y bragado, con 530 kilos de peso, ese será el quinto de la tarde!.
Guelín soltó la llave de tuerca en el oscuro pavimento, se sentó en la vereda, alzó a ver incrédulo, ¡y de verdad reconoció las formas de un toro!. Pero cuando quiso continuar con su preguntadera Estrella lo interrumpió:
-¡Quid pro quo, ahora pregunto yo! ¿Cómo te llamas?. Porque si me vas a dar tu apellido, por lo menos debo saber tu nombre.
Con una suave sonrisa y sus vivaces y alegres ojos claros, él dijo:
-Me dicen Guelín, antes me decían Miguelín, pero me llamo Miguel Mateo.
-¡Ah! Tanto honor en el nombre para nomás de un profano.
Estrella se rió tapando sus labios con la punta de sus dedos y en un gesto de inocencia comentó:
- Te debían haber puesto “Mickey” en inglés.
- ¿Cómo Mickey blue eyes? Preguntó él con cierto aire de arrogancia.
- ¡No, como Mickey Mouse! Porque eres de la corriente que cree que los
animales piensan, deciden, hablan y quieren, no te das cuenta de que no
está en los animales el querer, eso es humano….y divino por supuesto!
- ¡Qué dura eres! Dijo admirado Guelín.
- Life is tough and Mickey Mouse is only a rat! Concluyó Estrella.
Ante los agudos comentarios que ella hizo, Guelín se paró, vió hacia arriba para encontrar la mirada de la joven e intentó hacer una conexión visual cuando habló:
-Bueno digamos que respeto tu punto de vista, ¿pero eso de la sangre no te parece medio trágico?
-Te lo voy a explicar “señor de contravereda”, lo trágico es no aceptar la realidad, los seres vivos animados tenemos sangre en las venas, si hay un corte sale sangre, es obvio. Déjame preguntarte… ¿Cuándo estás con gripe, qué tomas?
- ¡Vitamina C y… sopa de pollo!
- A eso me refiero. Tú comes pollo, ¿y crees que el pollo es un alimento blanco, que viene en una bandeja de isopor amarillo, envuelto en plástico de embalaje, sin una gota de sangre y que por generación espontánea surge en las zonas frías de los supermercados?, ¡pero ese pollo tuvo plumas y alas y cacareó y le cortaron el cuello para que te lo comas en tu “caldito de pollo”, así es la vida, la muerte y… la sopa!
-¿Y los derechos de los animales? Preguntó Guelín.
-¡Ahí están!. Tienen derecho a nacer, crecer, reproducirse y morir, para alimentarnos, acompañarnos y para que los dominemos….o no has leido el “Best Seller” de todos los tiempos, en el que dice: … “dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre las fieras campestres y sobre cuantos animales se muevan sobre la tierra”, Él lo dijo!
Si dominas sobre los peces… !os pescas!. Luego haces un delicioso cebiche de pescado, te lo comes… y nadie te puede repochar porque te comiste a ¡“Nemo”!
Para entonces, Estrella hablaba burlonamente y enseñando las palmas de sus manos con obviedad.
-De acuerdo, supongamos que sea así. Hay quienes dicen: ¿por qué tenemos que heredar costumbres y aficiones ibéricas? Comentó Guelín ya con menos convicción en su postura.
-No me hagas reir vivimos en un mundo globalizado. ¡Qué ingenuidad!. Tal como heredamos el idioma, la religión y eso es parte de la fusión de las culturas. Es como el rock, te gusta a ti y me gusta a mi, y no me vas a decir que el rock tiene origen andino. ¡Geográficamente el rock está mas cerca de las gaitas que de las zampoñas y no importa!. El rock es espectacular y John Lennon fue un genio al igual que Juan Belmonte….!Amén!
- Ya, hasta ahí te entiendo, pero en el caso de los toros, ¿por qué les maltratan, para qué les dan costalazos antes de salir al ruedo?, ¡y les ponen vaselina en los ojos y les pinchan los ….tú ya sabes que!
-¡Por favor, no puede ser que te creas ese cuento!. El ganadero, el torero y el aficionado lo que mas quieren es que el toro llegue perfecto al ruedo, para que todo salga bordado. ¡Un toro burriciego que no ve bien, embiste mal! …Nadie pretende eso. Además ya quisiera conocer al macho que se baja a ponerle vaselina en los ojos o a pincharle los huevos a un toro. ¡Estás loco, nadie en su cabales lo haría, ni siquiera yo!
Durante la conversación y el intercambio de preguntas y opiniones Guelín sacó las tuercas de cada uno de los tres aros de las llantas, tal como le sugirió Estrella. Colocó un viejo y desgastado repuesto en lugar del que se bajó, volteó a mirar y se dió cuenta de que los guardias de la puerta se distrajeron comprando a una doña unas delicias que traía bien tapadas en una canasta, al más típico estilo de las calles quiteñas. En un impulso, Guelín aprovechó la irrepetible oportunidad, quiso gritar pero se contuvo para no llamar la atención de la seguridad, hizo un cono con sus manos y con voz susurrada dijo:
-¡Estrella, corre! La puerta está abierta, los guardias están entretenidos. Nadie sabe de qué lado del muro está el manicomio, pero se que tú estás cuerda, solo ves el mundo de otra forma. ¡Sal de ahí y huyamos juntos!.
-¡Ni en sueños podemos desperdiciar una oportunidad así!. ¿Acaso estás loco Guelín?. Aprovecha y entra tú aquí, hoy torea José Tomás y veremos un corridón sin que compres entrada, porque además ya están agotadas!
Entonces Miguel Mateo sonrió, dejó su automóvil subido a la vereda, entró por la puerta grande, abrazó y luego besó a Estrella en la frente y juntos compartieron el delirio taurino. Comieron “las de morocho”, bebieron manzanilla y gritaron ¡Olé y Viva Quito! toda la tarde.
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