
En hombros los triunfadores
La actuación de Guillermo Albán fue destacadísima pues, demostró que a más de estar maduro en su gestión como primera figura del país en la actualidad, atraviesa un momento especial que debe ser aprovechado para que el público taurino del mundo lo vea con su real dimensión. Creo que hoy, más que nunca, debería actuar en las mejores plazas de España, Francia y México, frente a los mejores matadores del momento. Poder y temple en el astado al que le cortó las dos orejas y, una mente privilegiada para conseguir que el cuarto de la tarde, de no tener nada que ofrecer, pasó luego de una gran faena para que el público de pie, solicite su indulto.
No quiso quedarse atrás Javier Cortés y, puso todo lo que pudo en el asador y, demostró que viene pegando fuerte, con clase, elegancia, voluntad y gran valentía. El indulto de su segundo toro lo prueba.
Al final de la corrida salieron en hombros los dos matadores triunfadores y el ganadero de Campo Bravo pues, no es muy común, que tantos astados sean triunfadores en una misma tarde.
Guillermo Albán. Dos orejas y dos orejas y rabo en el indulto
Javier Cortés. Palmas y dos orejas y rabo en el indulto
Juan Antonio Benítez. Palmas luego de aviso y una oreja

Guillermo Alban
La presencia de Guillermo Albán en la feria de este año, generó mucho interés en los aficionados que, casi llenaron la plaza, pese a que se encontraban en un desfile en el centro de la ciudad. Un gran toro le correspondió para abrir la tarde, de nombre Limalla, con 456 kilos en sus lomos, de capa color castaño. Lo recibió con el capote con hermosas verónicas, con gran temple y lentitud, sacando los oles y la cerrada ovación de los asistentes. La acuciosidad del burel propinó un tumbo al picador de la puerta de toriles, ventajosamente, sin consecuencias. Pero, lo mismo ocurrió con el picador principal. Parecía que había algún problema en la colocación de los petos.
Dos varas cortas dieron paso a un quite por chicuelinas que puso de pie a la parroquia y, comenzaba la locura en la plaza. Mal los subalternos en la colocación de los rehiletes en el segundo tercio. Recogió al animal toreramente y, a los acordes de un pasodoble, inició una gran tanda de derechazos largos, lentos, templados, mandones y con gran ligazón, recibiendo la cerrada ovación del público. Parecía que se había aprendido la lección y, no se salía de ella. Cuatro tandas similares levantaron a los aficionados de los asientos, ya que, el profesionalismo de Albán, hacía ver al toreo como algo fácil. Tres manoletinas como los buenos y, un hermoso remate. Un estocadón en todo lo alto y, pasaportó al animal en medio de la locura colectiva. Dos orejas ganadas con justicia y, una fuerte ovación al toro en el arrastre, dieron fin a la faena. La vuelta al ruedo devolviendo prendas, levantó gritos y oles para los dos.
El segundo toro para el torero de la tierra, era de nombre Solticio, con 451 kilos de peso, de capa negra y, la cornamenta brocha. El astado no demostraba ninguna intención para permitir el lucimiento de su matador. Con el capote el toro no se empleaba. Una puya fuerte recibió el burel que apretaba contra la cabalgadura del picador de turno y metía los riñones. Con vergüenza torera, comenzó a darle capotazos de todas las marcas para ver si conseguía algo del astado. Se cumplió luego el segundo tercio. El toro continuaba con dificultades pero, él no podía permitir eso.
Comenzó con la muleta a dar derechazos mandones y templados y, el toro se acomodó y pasaba ante todo lo que decía el matador. Le compuso la cabeza en la embestida y, continuó dándole muletazos con las dos manos y, sobre todo, inventándose pases que no habíamos conocido. Pero, todos con poder, dejándole al toro reponerse luego de cada tanda.
Con gran elegancia y lentitud, el toro que nada quería al comienzo, parecía una carretilla que iba a donde el matador le pedía. La parroquia enloquecía pero, sin inmutarse, continuaba con la gran faena que nos brindaba. Luego de estos muletazos ejecutó dos invertidos en redondo, que levantaron a los asistentes de sus asientos. La fijeza y la acuciosidad del astado, impresionaban a todos. El gran torero que tenía delante, hizo que el público pida el indulto, demostrando que él podía hacerlo. Pasaron los minutos de tensión y, Usía sacó el pañuelo para indultar al astado. Apenas vio lo que ocurría en el palco de la presidencia, Albán deleitó a todos los asistentes con innumerables muletazos más, hasta que botó el ayudado y con la mano la colocó sobre el morrillo. No se demoró el toro en salir hacia los chiqueros y, con las dos orejas y el rabo que le entregaron, dio la vuelta al ruedo en medio de gritos y cerradas ovaciones.

Javier Cortes
Luego de que Guillermo Albán había cortado las dos orejas al primero de la tarde, Javier Cortés no quiso dejarse ganar la pelea. Salió a la arena el toro de nombre Sortilegio, con 425 kilos de peso, un negro bonito pero, lamentablemente, comenzó a caerse, demostrando estar flojo de remos. Comenzó con tres chicuelinas de buena factura, en forma lenta y elegante, levantando el clamor de los aficionados. Con un pequeño picotazo se dio paso al segundo tercio. Algunas tafalleras ejecutó en el quite, que fueron jaleadas por la concurrencia. Con dos buenos pares de rehiletes, terminó el segundo tercio. Algunos derechazos de buena ejecución, matizaron el inicio del último tercio de la lidia. Calamochea el astado al embestir, dificultando la labor del diestro. Se lanza sobre los lomos de su enemigo y, consigue una entera pero, lamentablemente, estaba atravesada. Pasó momentos difíciles con el estoque y, al final, logró pasaportar al bicho. Palmas por la voluntad del torero y, pitos en el arrastre del burel.
Como en el toro anterior, el matador Albán había indultado a su segundo enemigo, con más voluntad, se presentó en el ruedo y, recibió al quinto de la tarde, un toro castaño, de nombre Laberinto, con 442 kilos sobre sus lomos. Con verónicas elegantes y largas inició su labor con el capote, en medio de la satisfacción del respetable. Este hermoso animal, se durmió en el peto durante la vara. Quiso ejecutar un quite pero, el astado se le venció por el pitón izquierdo que, luego fue el mejor de los pitones en el resto de la faena con la muleta. Dos banderillas dieron término al segundo tercio de la lidia. Con pases muy toreros recogió al astado y con derechazos comenzó su faena. Con la mano derecha, puso temple y poder en cada movimiento con la muleta. Pasó luego la flámula a la mano izquierda y, levantó de los asientos a los aficionados, ante hermosos, lentos y templados naturales, que fueron jaleados por el público. Aprovechó las buenas condiciones del burel e, hizo lo que pudo para emocionar a la gente, que poco a poco pedían el indulto.
Lo único feo de esta actuación, fue que Cortés pidió a Usía el indulto con las dos manos en señal de ruego. Poco después, el milagro se realizó. El toro a los chiqueros y la vuelta al ruedo devolviendo prendas, con las dos orejas y el rabo que le concedieron por el indulto.

Juan Antonio Benitez
Juan Antonio Benítez, recibió a Sombrío, de 465 kilos sobre sus lomos, un negro listón con la cuerna brocha. Con el capote todo realizó sobre piernas. Colocan al astado una vara trasera, con lo que termina el primer tercio. Un trincherazo demasiado brusco, descompuso al astado para continuar con la faena. El diestro demostraba a cada instante, que no tenía idea de lo que tenía que hacer. Luego del segundo tercio, con la muleta en la mano diestra, ejecuta derechazos con el pico de la muleta en forma descarada. El torero no manda al ejecutar los muletazos y, poco puede hacer. Condilleando en cada muletazo, permitía que el toro llegue hasta el cuerpo del torero. Con una frialdad en su actitud, no puede realizar su faena y, el toro comienza a tener sentido. Un calvario pasó el torero a la hora de matar. Escuchó el aviso de la autoridad. Pero, al final pasaportó al animal. Palmas por parte de sus paisanos.
Su segundo toro fue un hermoso castaño, de nombre Sombra, con 465 kilos en sus lomos. Cuatro verónicas ejecutadas en forma rara y sobre piernas para comenzar. Luego dos puyazos para el astado y, en un momento de debilidad, botó el capote y salió corriendo desaforado (?). Se cumple el segundo tercio y, continúa su mal hacer pues, no puede lograr hilvanar la faena por ningún lado. Sobre piernas continúa su “baile”. Cuando desea ejecutar derechazos, el mismo torero le corta el viaje. Mirando al público sin tener explicación, se lanza sobre el morrillo y consigue una buena estocada, que pasaporta al burel. Y, otra vez, apareció el mago con su chistera y, le conceden una oreja. Qué pena ver a un gran toro, totalmente desaprovechado. Vuelta para el matador (?) y ovación para el toro en el arrastre.
El triunfador de la feria

TRIUNFADOR DE LA FERIA
EL GANADO
Qué gusto tuvimos los aficionados que concurrimos a la hermosa placita “Raúl Dávalos” de esta ciudad pues, con todos los pasajes, toreros y de los otros pues, el grito de libertad sonó intensamente en toda la corrida, vimos una corrida con toros, toros. Con trapío, casta, fijeza y acuciosidad, Todos disfrutamos de estos momentos y, nos preguntamos. ¿Por qué no estos toros en Quito?
Fotos: Alberto Suárez
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