
Tomado de Mundo Toro
Brihuega (España) Morante de la Puebla ha armado "el taco" y ha vuelto a dar un nivel alto en la tradicional corrida de la Primavera de Brihuega, un festejo celebrado a plaza llena con un ambiente de categoría y con caras conocidas en los tendidos. El espectáculo lo ha sostenido el sevillano porque la corrida no tuvo raza. Manzanares, que había paseado un trofeo del segundo, pudo acompañar en el triunfo a Morante, aunque la espada mancilló el esfuerzo realizado frente al molesto quinto en un espectáculo en el que el viento molestó durante los últimos toros.
Morante desorejó por partida doble al cuarto, un toro manejable al que supo buscar el fondo a base de paciencia. Lo cuajó con el capote tanto en el saludo a la verónica como en un precioso galleo por chicuelinas para llevar al toro al caballo metiendo la cadera en los ijares del toro.
También fue soberbio el inicio por ayudados por alto en una faena con pausas debido al molesto viento. Tanto con la derecha como con la zurda, incluso ayudándose con la espada el sevillano consiguió muletazos de gran expresión y profundidad toreando muy despacio al toro. Lo mató de estocada en lo alto entrando muy despacio. Fue premiado con dos orejas pero el presidente concedió la vuelta al ruedo al toro de manera absurda. Antes el primer toro de Vegahermosa, un animal sin raza ni fuerza, llegó muy aplomado al último tercio y Morante de la Puebla abrevió ante un animal parado que no le regaló apenas ninguna embestida.
El segundo fue un toro manejable que no terminó de empujar los vuelos de la muleta. Manzanares lo lanceó garboso por chicuelinas y luego acompañó mucho su embestida sobre todo por la mano derecha, lado por donde ha edificado un trasteo vistoso con remates pintureros como cambios de mano, molinetes y circulares. Mató de pinchazo y media tendida y cortó una oreja.
El alicantino hizo un esfuerzo con el descompuesto y temperamental quinto, que no terminó nunca de ir metido en la muleta y soltó mucho la cara en cada embroque, incluso hasta alcanzar el rostro del torero en un derrote al final de la faena. Sin embargo, el esfuerzo de Manzanares, que también hubo de hacer frente al vendaval reinante, se vio mancillado por la espada, que hizo guardia, lo que le hizo perder la puerta grande. El tercero se movió descompuesto en los engaños y Cayetano lo pasaportó con una contundente estocada. Con el sexto, un toro sin raza ni transmisión, hilvanó una faena sin relieve.
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