(Riobamba-Ecuador) El mal ganado y errores en la lidia deslucieron la primera corrida de toros de la feria “Señor del Buen Suceso”
Firma: Jorge García R.
Con media plaza se lidiaron astados de La Trinidad, cinco de ellos con magnífica presencia. El primero recibió demasiado castigo en varas y se quedó. El cuarto, en los chiqueros casi se destrozó la cornamenta pero aunque no demostraba peligro, cumplió con el de a pie. Los cuatro restantes, mansos y peligrosos.

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Autoridades en el control de ingreso al callejon
Pincelazos entregaron cada uno de los diestros alternantes, estableciendo una corrida sin emociones pero, Juan Pablo Díaz cortó dos orejas y El Capea una, que para los buenos taurinos, “salieron del chispero de algún mago del medioevo”, ya que, no vimos los méritos para ello.
Juan Pablo Díaz. Una vuelta y dos orejas
Pedro Gutiérrez “El Capea”. Aplausos y una oreja
Martín Campuzano. Tres avisos y división de opiniones y, palmas

Diaz con la muleta
La presencia del castaño de nombre Peleador, con 500 kilos sobre sus lomos y, una gran cornamenta, hicieron que Juan Pablo Díaz lo recibiera con una larga cambiada de rodillas y algunas verónicas algo movidas. El toro fue al caballo del picador y recibió una buena vara en todo lo alto pero, se colocó nuevamente en suerte al astado y, recibió una segunda vara que lo dejó parado. Luego del segundo tercio algo trató de hacer con la mano derecha, consiguiendo una tanda y media de derechazos movidos. Trasteo por alto para alegrar a la parroquia pero nada de fondo. Una estocada defectuosa y salió corriendo. Pocos minutos después cayó el astado y, ante el pedido de sus coterráneos dio una vuelta al ruedo (?).
Salió en cuarto lugar un toro castaño que había perdido en los chiqueros la peligrosidad de su cabeza. De nombre Esmerado, con 520 kilos de peso. Casi nada hizo con el capote. Se dolió al castigo el astado frente al varilarguero y comenzó a calamochar. El burel iba bien por los dos pitones pero, no fue aprovechado como se esperaba. Algo se lo vio hacer en algunos derechazos sin ligazón y naturales sueltos. Una estocada perpendicular en unos dos tercios del acero en el organismo del toro. El público ovacionaba a su coterráneo y, de pronto, como por arte de magia, aparecieron dos pañuelos blancos, para el corte de orejas, ante la mirada atónita de los buenos aficionados.

El Capea citando
Había interés por ver a Pedro Gutiérrez “El Capea”. Salió un hermoso toro negro, de nombre Feriante, con 510 kilos en sus lomos. Lo recibió con una larga cambiada de rodillas. Como hacía cosas de manso, utilizó el capote para controlar su embestida y, luego nos dejó ver cuatro verónicas. Recibió el astado una vara. Luego del segundo tercio, inició la faena con dos tandas de derechazos bien ejecutados, que levantaron las palmas del aficionado. Pero, el toro se rajó y, comenzaron los problemas. Con voluntad trató de castigar al animal pero, nada pudo hacer. Una espada entera aunque un tanto tendida, para luego usar el descabello y pasaportar al burel. Aplausos para el matador.
Salió luego Farandulero, de 510 kilos sobre sus lomos, un hermoso colorado, con gran cabeza. Estuvo bien con el capote. Una buena vara dio paso al segundo tercio. Con el toro en los medios, El Capea intentó hacer poco del buen toreo pero mucho del que llega a las generales. Algunos naturales sin mayor ligazón, con un astado que calamocheaba durante la embestida. Poco pudo hacer del toreo del bueno pero, nunca le faltó voluntad para sacar el mejor partido posible, aunque las condiciones del animal no eran óptimas. El público equivocadamente le pedía que continúe con ese tipo de toreo. Dejó una espada con dos tercios del acero dentro del animal, varios descabellos y pasaportó al astado. Y, nuevamente apareció un pañuelo blanco para el corte de un apéndice. Continuamos sin entender cuál era el referente para la entrega de trofeos.

Campuzano con la derecha
En medio de gritos del público sobre la libertad y en contra de la consulta y del presidente Correa, Martín Campuzano recibió a Farolero, de 530 kilos de peso, un hermoso castaño. Largas y templadas verónicas dieron inicio al joven matador nacional. El burel recibió una buena vara y se dió paso al segundo tercio. El astado comenzó a hacer extraños. Una buena tanda de derechazos pero, luego de ello, el toro trotón comienza a no detenerse y, pone en apuros al matador quien, no sabe qué hacer para parar al animal. Se descontrola el diestro y, comienza a pasar problemas con el burel. Escuchó el primer aviso cuando todavía no había colocado la espada. A paso de banderillas trata de pasaportar al bicho pero, no lo consigue. Dos nuevos avisos y el toro regresa vivo a los chiqueros. División de opiniones.
Para cerrar la corrida, recibe a Bonito, un toro negro de 530 kilos sobre sus lomos. La verónicas que instrumentó a este toro, quizá fue lo más destacado de la corrida. Una vara recibió el astado y, luego se cumplió con el segundo tercio. Este toro también era trotón y, el matador no podía detenerlo. El aficionado se fue contra el diestro ecuatoriano que, perdió los papeles y se lanzó a matar. Algunos pinchazos y una entera defectuosa. Palmas para el torero.

Fuerza bruta en arrastre
EL ARRASTRE
Una vergüenza resultó el arrastre de los seis toros en esta primera corrida. El peso del encierro, dificultó aún más. Dos caballos percherones no pudieron con su cometido y, ocho monosabios, a “fuerza bruta”, cumplieron con esta actividad. Esperemos que para el sábado, esto se corrija.
Fotos: Alberto Suárez
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