martes, 3 de mayo de 2011

OREJA DE LEY


tomado de opinionytoros
Mientras en La Maestranza sacan pecho con la noble labor de El Juli y la belleza plástica de Manzanares, todo ello ante el toro suave y pastueño, ayer sucedía un hecho relevante en Las Ventas que, por las connotaciones del torero en cuestión, apenas ha sido cantado. La épica la llevó a cabo Iván Fandiño, un torero vasco radicado en Madrid que, por su pureza y verdad, merece todos los elogios posibles.
¿Vieron ustedes la corrida ayer en Madrid? Unos sirvieron más que otros, nada es más cierto y, como sucede en todas las ganaderías; pero aquello ponía el vello de punta; corrida muy seria, tremendamente seria en la que tres toreros humildes pedían justicia. Toros cinqueños con tremenda arboladura; toros para esgrimir la auténtica verdad en el toreo; toros para asustar a cualquier figura; toros para el recuerdo por aquello de su emoción y bella lámina; toros de antes para toreros de ahora; toros para que los menos afortunados en el reparto de ese manjar llamado “suerte”, y que se dejan matar por aquello de lograr el sueño que les mantiene vivos.
Ni una sola concesión a la galería y, en el reparto, resultó ser Iván Fandiño el héroe de la tarde, sin desdeñar, por supuesto, la entrega de sus compañeros. Como diría nuestro admirado Jorge Guevara, Iván Fandiño, en su primero, por su bellísima estocada, en otros tiempos hubiera cortado la oreja; pero ésta cayó en su segundo enemigo. Oreja de ley, de esas que, tiempo atrás, ponían a funcionar a un torero; y le servirá al muchacho, no lo dudo. No estará en todas las ferias debido a lo anacrónico del sistema, pero muchas puertas se abrirán ante el paso de su verdad.
No hay nada en el mundo que produzca más emoción que la lidia de un toro auténtico, enrazado, con tremenda arboladura, con la casta a flor de piel y, en frente, a todo un torero con el inmaculado deseo de jugarse la vida de verdad. Eso hizo Iván Fandiño, un hombre humilde lleno de torería que, sin importarle para nada el vivir o morir, entregó lo mejor que tenía a la afición de Madrid que, como siempre sucede, le respetó, admiró, aplaudió y le otorgó el triunfo.
El día que El Juli consiga un triunfo ante toros como los lidiados ayer en Madrid, a partir de ese momento tendrá el entorchado de torero de época; mientras tanto seguirá siendo el torero para la galería que, mediante la lidia del toro comercial, sin emoción alguna y dominando la técnica de la que es portador se ha erigido como una gran figura.
Aquí lo que se pretende es que tengamos grandes toreros al estilo de Iván Fandiño que, enfrentándose al toro de verdad es capaz de emocionarnos con su verdad. Desde luego, tengo muy claro que, si un día fuera posible que se sortearan los toros entre todos los toreros contratados en una feria, serían los toros los que pondrían a cada cual en su sitio y, sin duda alguna, Iván Fandiño ocuparía un lugar de élite. Imaginemos la corrida de ayer en Madrid y démosle una lectura para soñar: Toros de Carriquiri para, Ponce, El Juli y Perera. ¿Se imaginan el resultado final de la corrida? El mismo que ustedes han pensado, ¡sí señor!
Fotos: lasventas.com

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